Jirô Taniguchi, el más francés de los mangakas japoneses, ha fallecido este sábado 11 de febrero a los 69 años, según informan diversas fuentes. El autor de obras tan emblemáticas como ‘Barrio lejano‘, ‘El almanaque de mi padre‘ o ‘Crónicas de la Era Glacial‘ se va dejando tras de sí un legado que va más allá de lo artístico y narrativo, ya que sus cómics han contribuido decisivamente a la aceptación del manga entre los lectores europeos.

Jirô Taniguchi

Jirô Taniguchi nació en Tottori en 1947, un hecho biográfico determinante para su posterior producción, en la que plasmó en varias ocasiones el Japón rural de postguerra. Debutó como dibujante en 1970 y durante dos décadas colaboró con el guionista Natsuo Sekikawa, con el que firmó, entre otras, la policíaca ‘Hotel Harbour View’ (Planeta) y la histórica ‘La época de Botchan’ (Ponent Mon). Sus inicios quedaron plasmados magistralmente en el manga autobiográfico ‘Un zoo en invierno‘ (Ponent Mon). 

No sería hasta los años 90 cuando empezaría a destacar como autor en solitario, centrándose en sus tres pasiones argumentales: la naturaleza, la familia y la vida. De esta época es ‘Barrio Lejano’, quizás su manga más celebrado, una historia que, con un elemento fantástico, explora la nostalgia por la juventud. Un tema que también desarrolló en ‘El almanaque de mi padre‘ (Planeta), donde esta vez los recuerdos del protagonista afloran por la muerte del progenitor.

Otras obras destacadas de Taniguchi son las que ensalzan el encanto de las pequeñas cosas de la vida, como ‘El caminante’ (Ponent Mon) o ‘El Gourmet Solitario’ (Astiberri), o sus cómics con la naturaleza y la aventura como protagonistas: ‘El viajero de la tundra’, ‘Blanco’, ‘Senton’, ‘La cumbre de los dioses’… Recientemente, Planeta Cómic ha reeditado una de sus mangas más atípicos, por cuanto se aleja de sus géneros habituales, ‘Crónicas de la Era Glacial’, una espectacular historia de ciencia ficción postapocalíptica. 

Taniguchi ha sido un autor muy apreciado por el mercado franco-belga, para el que se preocupó de adaptar gráficamente sus obras, e incluso realizó trabajos directamente, como ‘La montaña mágica’ (Ponent Mon). Recibió, entre otros muchos reconocimientos, premios en el Festival de Angoulême y en el Salón del Cómic de Barcelona.